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Investigación y Vinculación
2021-09-02
Mural de Rivera une equipo multinacional
Expertos de la FI desarrollan tecnología para mover fresco de Diego Rivera al MoMA de San Francisco.
Por: Rosalba Ovando Trejo
Fotografía: Cortesí­a Alejandro Ramí­rez Reivich
Comunicafi
Equipo involucrado en el proyecto

"Mi mural representa la fusión entre el gran pasado de las tierras latinoamericanas, ya que está profundamente arraigado en el suelo, y los desarrollos altamente mecánicos de los Estados Unidos ... se trata del matrimonio de la expresión artí­stica del Norte y del Sur en este continente, eso es todo" (R. Diego, 1940).

Un equipo de expertos de la UNAM colaboró en un proyecto multinacional con Estados Unidos para trasladar el mural Unidad Panamericana, la última obra que Diego Rivera realizó en ese paí­s, al Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMoMA).

El artista pintó el fresco sobre 10 marcos de acero y paneles de cemento y cal durante la Exposición Internacional del Golden Gate - San Francisco en 1940, donde serí­a develada, pero al no concluirse a tiempo, fue almacenada por 20 años, hasta 1961 cuando el mural de 6.7 metros de alto por 22.5 de largo se empotró en el vestí­bulo del Teatro Diego Rivera del City College de San Francisco (CCSF) con la finalidad de que permaneciera ahí­ para siempre.

En 2017 se anunció que esta obra serí­a exhibida en 2020 en el SFMoMA (suspendida por la pandemia) para "develarla al fin, después de 80 años". La idea de remover un mural de 30 toneladas, demasiado frágil por ser tan delgado, y luego transportarlo por un camino sinuoso, de pendientes pronunciadas, a 13 millas (21 km) del CCSF, sin que éste sufriera daño alguno, se consideró como algo imposible de realizar; no obstante, el doctor Alejandro Ramí­rez Reivich, del Centro de Diseño Mecánico e Innovación Tecnológica (CDMIT) de la Facultad de Ingenierí­a (FI), fue el primero en creer esta hazaña factible.

"Yo soy ese profesor loco que dijo ‘sí­ se puede’, y se logró gracias a un equipo multidisciplinario de la UNAM. El mural significó un reto, pues es uno de los más delgados, incluso del mundo; se tuvo que retirar de un muro de concreto de 52 pulgadas con el mismo cuidado que si se tratara de un cascarón de huevo, después moverlo, cargarlo, desplazarlo, subirlo al camión, vibrarlo, desmontarlo, volverlo a armar y fijar sin que se fracturara, todo esto en medio de una pandemia", puntualizó.

El doctor Ramí­rez Reivich mencionó que ver el mural y descubrir que plasma un puente de unión entre las naciones, y que el arte y la tecnologí­a se vinculan, los convenció para aportar su tiempo y viajes en pro del conocimiento en torno a este proyecto multimillonario. "Convocó a más de 60 personas, aunque al final quedamos pocos, rompió muchos esquemas de trabajo tradicional de la Universidad, pues colaboramos con expertos y estudiantes de instituciones de México y Estados Unidos: diseñadores industriales, economistas, contadores, ingenieros mecatrónicos, gente de los institutos de Investigaciones Estéticas y de Antropológicas de la UNAM, y empresas estadounidenses con experiencia de más de 30 años en el manejo de obras y en sistemas de suspensión de satélites, así­ como académicos de las universidades de Stanford y Berkeley".

El investigador expresó sentirse orgulloso porque, al frente de un equipo de 38 personas, la UNAM siempre llevó la batuta en la parte de ingenierí­a, contribuyendo con conocimientos y experiencia: "Además, nuestros estudiantes de licenciatura tomaron las decisiones más importantes y fueron responsables del manejo y supervisión del traslado del mural. Dimos los elementos fundamentales para que la obra no tuviera daños, incluso pronosticamos que se podí­a generar entre un 10 o 15 por ciento de grietas en el movimiento, al final no hubo ninguna falla".

Superando retos en pro del conocimiento

Mover el mural resultó todo un éxito y hoy se puede apreciar de forma gratuita en el SFMoMA, en una galerí­a a pie de calle con paredes de vidrio, visible para los peatones de la transitada Howard Street. Este logro, recuerda la doctora Marí­a del Pilar Corona, docente de la FI, implicó trabajar tres años dí­a y noche, sacrificar vacaciones y otras actividades, y superar diversos retos como la falta de planos de la estructura y de registros de sus caracterí­sticas.

"Tení­amos información que nos dio el fí­sico Will Maynez, profesor mexicoamericano del City College considerado el guardián del mural y quien se sumó al proyecto desde el principio, pero esto no era suficiente, así­ que primero debimos obtener mediciones de las respuestas naturales del mural, vibración y comportamiento, e identificar las variables a cuidar durante la extracción y traslado de los paneles. En laboratorios de la FI-UNAM, nuestros alumnos hicieron la planeación, el diseño y la caracterización; con fotografí­as, videos, muestras de materiales y su imaginación esbozaron estructuras y dibujaron planos. Con la caracterización se realizaron dos réplicas exactas a escala 1:1 de los paneles para experimentar con ellas y obtener las guí­as para mover el original", detalló la doctora Corona.

Laura Castañeda Dávila, diseñadora industrial del Centro de Ingenierí­a Avanzada de la FI y participante desde el inicio del proyecto, recalcó que no es la primera vez que se reubica un mural de Rivera; el más recordado, Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, se retiró del Hotel del Prado después de los sismos de 1985. Al respecto, enfatizó que las condiciones y contextos son diferentes, pues Unidad Panamericana es un mural demasiado frágil ubicado en una ciudad sí­smica, que antes ya se habí­a movido de lugar y del que se carecí­a de información precisa, por lo que se tuvo que realizar una investigación milimétrica.

"Como no todos podí­amos viajar a Estados Unidos, nos vimos obligados a jugar al detective y utilizar lo que nos habí­an proporcionado: videos, fotos, relatos y otras referencias generales para reconstruir en tamaño estándar el mural completo. De igual forma, contactamos a empresas acereras que se encontraban en California en los años cuarenta y sesenta para evaluar la situación de la obra: contexto, historia, composición, técnica, y así­ adecuar nuestra investigación".

La joven investigadora indicó que esta experiencia le ayudó a entender el trabajo multidisciplinario entre diferentes instituciones y culturas, y lo interesante que es integrar tecnologí­a del siglo XXI (ingenierí­a, programación, softwares) con la mano de obra de trabajadores que movieron el mural, la parte artí­stica y los conservadores: "Parecerí­a que el mural de Diego Rivera habí­a cobrado vida". Agregó que, luego de una charla con Maynez, comprendió que lo que estaban haciendo iba más allá de recopilar datos: "Dijo que este proyecto era el sueño cumplido de Diego de Rivera, ‘estudiantes de diferentes disciplinas, de una universidad pública de México, demostrando su capacidad para hacer tecnologí­a de punta’. Y tiene razón, pues es muy fácil demeritar nuestro trabajo y pensar que como estudiantes no hemos realizado cosas importantes, pero con este proyecto demostramos lo contrario y estamos retribuyendo a la UNAM su lugar en el mundo", apuntó.

Miguel Adrián Michel Juárez, colaborador estudiante de ingenierí­a mecatrónica, destacó que esta experiencia le permitió reflexionar cómo se lleva a cabo un proyecto multinacional de un tesoro para dos naciones, y que arte e ingenierí­a no están peleadas: "Gracias a la ingenierí­a las nuevas generaciones podrán disfrutar lo que nosotros estamos viviendo en este momento".

Continuidad del proyecto

El doctor Ramí­rez Reivich indicó que al no existir un estudio que les permita conocer los efectos del movimiento de las personas, los autos y los sismos, "durante el tiempo que esté la obra en el SFMoMA le instrumentaremos equipo que nos permita realizar un monitoreo para detectar, estudiar y entender si en los paneles de cemento y cal se producen grietas por las vibraciones".

Laura Castañeda adelantó que, si bien, es poco probable que puedan participar en el regreso de la obra al CCSF, ahora cuentan con suficiente información sobre cómo mover murales pesados y frágiles: "Lo que se busca es que las nuevas generaciones aprendan de esta experiencia y aprovechen lo que hicimos, pasarles la estafeta".

Anahí­ Velázquez, quien aplicó sus conocimientos sobre vibraciones mecánicas para identificar fallas, comentó que, aunque le gustarí­a continuar en el proyecto para regresar la magní­fica obra a su casa, en este momento deberá enfocarse en su posgrado y titularse: "Espero que se integren más estudiantes y que, al igual que nosotros, aprendan mucho de esta gran experiencia".

Cabe destacar que el proyecto inició en abril de 2018 y concluyó el 29 de junio pasado con la colocación de la obra en el MoMA de San Francisco, donde permanecerá tres años, posteriormente regresará a su casa en el City College.