Cinco integrantes del Laboratorio de Instrumentación Electrónica de Sistemas Espaciales (LIESE) de la Facultad de Ingeniería y personal de la Agencia Espacial Mexicana (AEM) realizaron una estancia (del 11 al 15 de marzo pasado) en la Universidad de la República de Uruguay (Udelar), en Montevideo, con el propósito de poner a prueba un sistema de comando y manejo de información (SCMI), creado en el marco del proyecto Fortalecimiento de Capacidades Científicas y Tecnológicas en el Sector Espacial de Uruguay y México para el Desarrollo de Plataformas Satelitales de Observación de la Tierra para el Monitoreo de los Efectos del Cambio Climático en Zonas Forestales y Agrícolas.
Por parte del LIESE participaron el ingeniero Aldair Lara Tenorio, diseñador del SCMI, la ingeniera Rebeca Muñoz Melamed, responsable del software del microcontrolador supervisor, el tesista Luis Juárez Ruiz, responsable del software del microcontrolador maestro, y el doctor Saúl de la Rosa Nieves, coordinador.
La colaboración se dio gracias al Fondo de Cooperación México Uruguay, establecido desde 2022, cuyo fin último es generar subsistemas para un satélite de percepción remota de imágenes de la superficie terrestre. El SCMI, pensado con técnicas de tolerancia a fallas, es producto de los especialistas del LIESE, mientras que en la Udelar validaron el diseño con técnicas de inyección que emulan las condiciones espaciales de forma controlada, mediante herramientas de software.
En pocas palabras, la computadora de a bordo es el cerebro del satélite y se encarga de gestionar los recursos e interactúa directamente con los otros sistemas. Aunque existen versiones resistentes a la radiación, se opta por utilizar componentes sin esta característica, debido a su alto costo, pero manteniendo una fiabilidad competitiva a un precio accesible. Esto se traduce en un diseño complejo, ya que debe estar preparado para fallar invariablemente por las condiciones extremas del Espacio y para detectar un mal funcionamiento y ser capaz de reconfigurarse de manera autónoma, por la imposibilidad de manipulación directa. Aun así, el equipo y los insumos siguen representando una fuerte inversión, de ahí la relevancia de aliarse con otros organismos para concretar el financiamiento de proyectos como éste.
Uno de los aspectos positivos, aseguró el coordinador del LIESE, es la interacción con especialistas de áreas complementarias a la nuestra y asimilar conocimiento que aporta a nuestro perfil, a lo que se suma la formación académica y la producción científica: el estudiantado participante pasa por nuevas experiencias que redundan en un cambio de visión, define líneas de investigación y consolida trabajos de tesis e, incluso, un posgrado. En resumen, egresan profesionistas versátiles y capaces, aptos para multiplicidad de roles.
Este tipo de actividades, agregó, son un catalizador para el alumnado. "Es obligación del profesorado de tiempo completo involucrar y motivar a los futuros ingenieros, mostrarles otras realidades", opinó. El ingeniero Lara coincidió en que ha sido una vivencia definitoria, pasó de la concepción ‘sistema raro y lejano ’ a la de concreto y alcanzable, y, más importante todavía, sabe su aportación una con un impacto palpable, significativo y satisfactorio.
Tras ejecutar los procesos pertinentes, terminar de validar el sistema y aplicar las pruebas de calificación en laboratorios espaciales, el siguiente paso sería instalarlo en una misión real, posibilidad que ya está siendo explorada con la AEM. En el futuro, el LIESE podría crear todo un satélite y también ser un semillero de especialistas que hagan crecer el mercado mexicano y ocupen puestos en el extranjero con plena confianza de su desempeño.
