En un emotivo acto de unión y tradición, la Facultad de Ingeniería inauguró su ofrenda el pasado 31 de octubre, instalada bajo del puente del edificio principal y organizada por la Coordinación de Internacionalización (CI) y la Secretaría General, con apoyo de la División de Ciencias Sociales y Humanidades (DCSyH) y la Secretaría de Servicios Académicos (SSA), cuyo objetivo fue resaltar la riqueza cultural mexicana y rendir homenaje a los miembros de la comunidad que han partido, particularmente a docentes que dejaron un legado en las aulas.
En la ceremonia, la ingeniera Rocío Gabriela Alfaro Vega, titular de la CI, señaló que esta ofrenda representó un esfuerzo colectivo entre diferentes áreas y sociedades estudiantiles, las cuales participaron en todas las etapas, desde la planeación hasta el montaje. "Este símbolo de nuestra tradición se convirtió en un espacio de aprendizaje para los estudiantes de intercambio, quienes pudieron conocer y colaborar directamente en su elaboración, entendiendo así el significado profundo de esta festividad. Este tipo de actividades nos permite mostrarles el país y la Facultad que somos, al tiempo que fomenta la integración y el trabajo en equipo", expresó.
Por su parte, el doctor Leopoldo González González, secretario General, enfatizó que el Día de Muertos es una fecha para recordar a quienes ya no están y que brinda la oportunidad de reflexionar sobre los valores que unen a la comunidad: "La Facultad no es sólo ingeniería, es cultura, tradición, este evento nos recuerda la importancia de mantener vivas nuestras raíces mientras seguimos formando generaciones de profesionales". En tanto, el maestro Rodrigo Sepúlveda Hirose, titular de la SSA, agradeció el entusiasmo del alumnado, principal motor detrás de una tradición que trasciende fronteras y generaciones: "La diversidad de formas en que se celebra en cada rincón del país se ve enriquecida aquí por la aportación de nuestros alumnos locales y de movilidad. Esto fortalece nuestro sentido de identidad e invita a seguir promoviendo este tipo de iniciativas anualmente".
La maestra Amelia Fiel Rivera, jefa de la DCSyH, destacó la relevancia del Día de Muertos en un entorno académico multicultural. "Es una expresión única de nuestra cultura, reconocida en todo el mundo. La ofrenda permitió a estudiantes de intercambio vivir la tradición de forma directa, honrando a los difuntos con respeto y amor, mientras descubrían el colorido y simbolismo que la caracterizan". Como ejemplo de la participación estudiantil, Carlos Alberto Díaz Cáliz, (Ingeniería Geofísica) originario de Tabasco, compartió su experiencia: "Esta ofrenda, diferente a las que he visto en mi estado, por su tamaño y por el esfuerzo colectivo, fue una oportunidad para conocer a otros compañeros, trabajar juntos y rendir homenaje a quienes nos han precedido, fortalecer nuestra comunidad y recordarnos que juntos podemos lograr cosas increíbles".
El trabajo de la ofrenda llevó semanas —desde reunir flores de cempasúchil, papel picado, elementos representativos de distintas regiones del país hasta coordinar el montaje— para que reflejara la diversidad cultural de la comunidad universitaria permitiera a los asistentes reflexionar sobre la importancia de preservar estas tradiciones y compartirlas con futuras generaciones, a decir del maestro Sepúlveda Hirose, más que un altar, "es una forma de conexión entre el pasado y el presente, entre quienes nos antecedieron y quienes continuamos su legado; cada detalle cuenta una historia, cada elemento simboliza un recuerdo", y del de la ingeniera Alfaro Vega, una fuente de inspiración para que otras áreas organicen actividades similares para fomentar la colaboración y el sentido de pertenencia: "Cuando trabajamos juntos, los resultados son más rápidos, más hermosos y significativos".
ConciertoLa ofrenda tuvo música de fondo; en el vestíbulo del auditorio Javier Barros Sierra, el Coro de la Facultad, rodeado de altares y flores de cempasúchil, interpretó un repertorio cuidadosamente seleccionado que reflejó la riqueza cultural y musical de México: Salve Regina, un himno mariano en latín tradicionalmente interpretado en la iglesia católica, invitó a la reflexión e invadió el espacio con aire de solemnidad; Dios nunca muere de Macedonio Alcalá, un vals que evoca esperanza considerado el himno no oficial de Oaxaca; La Bruja, son jarocho veracruzano cuyo carácter juguetón contrastó con la melancolía de obras anteriores; El jinete de José Alfredo Jiménez y La llorona, originaria de Oaxaca, sumaron profundidad al programa, explorando temas de pérdida y nostalgia; Cerró sus ojitos Cleto de Chava Flores, relata un velorio lleno de situaciones pintorescas; Bodas negras, que aborda el duelo, y Amor eterno de Juan Gabriel, que cerró la noche con un momento particularmente emotivo por su mensaje sobre el amor que trasciende la muerte.