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Cultura y deportes
2025-03-28
Conferencia en la FI del Renacimiento
El maestro Pablo García y Colomé disertó sobre el saber humanístico: constituye una ventaja en el ámbito laboral.
Por: M. Ed. Aurelio Pérez-Gómez
Fotografía: Antón Barbosa Castañeda
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Detalle de la conferencia

Con la finalidad de que la formación sociohumanista que ofrece la Facultad de Ingeniería (FI) fortalezca la sensibilidad del estudiantado mediante expresiones artísticas y culturales, pensamiento reflexivo y comunicación creativa, la División de Ciencias Sociales y Humanidades llevó a cabo la conferencia Pintores renacentistas italianos, impartida por el maestro Pablo García y Colomé el pasado 28 de marzo en el auditorio Sotero Prieto. Esta actividad reunió a más de 200 estudiantes con el fin de analizar cómo el arte enriquece el perfil profesional.

El ponente inició con anécdotas sobre el valor práctico de los conocimientos humanísticos. Narró que su yerno Mauricio, ejecutivo de Cisco México y egresado de la FI, consiguió un puesto clave en su primer empleo (IBM) debido a su conversación sobre arte durante las entrevistas, pues los reclutadores consideraron su cultura general tanto como sus certificaciones técnicas. Asimismo, mencionó que un exalumno destacó en su empresa por ser el único que dominaba la obra de Mario Vargas Llosa. "Estas habilidades complementarias representan el verdadero software de alto rendimiento para la vida profesional; cuando un ingeniero puede debatir sobre Botticelli con la misma fluidez que sobre algoritmos, se transforma en un profesional irrepetible", señaló.

El ponente profundizó en que Sandro Botticelli (Alessandro di Mariano Filipepi) fue un pintor florentino clave del Quattrocento, discípulo de Fra Filippo Lippi, que cultivó un estilo elegante y lírico —inspirado en la filosofía neoplatónica de sus mecenas, los Médici, con obras que fusionan temas religiosos y mitológicos con figuras etéreas y paisajes oníricos— y adoptó un enfoque más austero con los años. Pese a que murió en el olvido, fue revalorado en el siglo XIX (maestro del Renacimiento temprano) gracias a sus obras La primavera (1477-1482), una alegoría mitológica con Venus, las Tres Gracias y Céfiro en un bosque florido; La adoración de los Magos (1475), que incluye a los Médici como personajes bíblicos, y los retratos de Simonetta Vespucci, en homenaje a su musa: "Estas creaciones sobresalen por su delicadeza lineal, colores luminosos y composiciones poéticas, dejando una huella en otros movimientos", expresó.

Al examinar El nacimiento de Venus (1485), que representa a la diosa emergiendo del mar sobre una concha, el ponente sostuvo: "Botticelli reinterpretó el desnudo femenino no como pecado, sino como ideal de pureza. Hoy afirmaríamos que fue un disruptor de los códigos morales de su época". Posteriormente, abordó el impacto de Savonarola en la carrera del artista, cuando el fanatismo religioso provocó la quema de obras maestras en las llamadas Hogueras de las vanidades.

Sobre Leonardo da Vinci, el arquetipo del hombre renacentista (pintor, inventor, científico y pensador), subrayó su curiosidad insaciable, que lo impulsó a estudiar desde anatomía hasta aerodinámica, y su enfoque empírico y meticuloso que redefinió el arte y la ciencia. Su legado abarca pinturas icónicas, inventos visionarios (diseños de máquinas, tanques blindados y puentes giratorios) y estudios pioneros en óptica, ingeniería y botánica. Murió en Francia, dejando cuadernos colmados de ideas innovadoras; entre sus inventos resaltan diseños de máquinas voladoras (helicóptero) y acuáticas (submarino), tanques blindados y puentes giratorios, así como sus estudios en anatomía, como El feto en el útero. "Sus cuadernos son el GitHub del siglo XV", bromeó el ponente al mostrar bocetos del helicóptero y el submarino: "Aunque no logró materializarlos, sus principios sentaron las bases para tecnologías actuales. Esto demuestra que la innovación surge cuando integramos arte, ciencia y audacia".

La Gioconda (Mona Lisa, 1503-1519) es su retrato más famoso, que cinco siglos después continúa fascinando por su enigmática sonrisa y técnica del sfumato. Mientras que El hombre de Vitruvio (1490), una fusión de arte y ciencia que plasma las proporciones humanas ideales. Leonardo simboliza "el modelo del profesional multidisciplinario: pintor, inventor y científico que escribía en espejo, pero vislumbraba más allá que sus contemporáneos". Igualmente, resaltó La última cena (1495-1498), pintada en un convento milanés en torno al dramático momento en que Jesús anuncia la traición de Judas, revolucionando la perspectiva pictórica.

De Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) —escultor, pintor y arquitecto del Alto Renacimiento, nacido en Caprese y formado en Florencia bajo el mecenazgo de Lorenzo de Médici— precisó que exalta la fuerza física y espiritual con figuras monumentales que aparentan liberarse del mármol. Trabajó para los papas Julio II y Pablo III, creando obras maestras en la Capilla Sixtina: "Perfeccionista y solitario, dejó poemas que reflejan su tormento creativo", indicó. Sus principales obras son David (1501-1504), esculpido en mármol, que capta al héroe bíblico en tensión previa al combate; La Piedad (1499), que retrata a la Virgen sosteniendo a Cristo muerto con conmovedora serenidad, y los frescos de la Capilla Sixtina, donde La creación de Adán (1512) inmortaliza el momento divino con los dedos casi tocándose, y El Juicio Final (1536-1541) cubre el altar con figuras dinámicas que transmiten redención y condena. Como arquitecto, concibió la cúpula de la basílica de San Pedro: "Su arte fusionó lo terrenal y lo sublime, definiendo el ideal renacentista", agregó.

En cuanto a Rafael Sanzio (1483-1520), pintor y arquitecto que encarnó la armonía del Renacimiento, reveló que es su artista favorito. Nacido en Urbino, se formó con Perugino antes de triunfar en Florencia y Roma. Su estilo, equilibrado y sereno, contrastaba con el dramatismo de Miguel Ángel; bajo el mecenazgo del Papa Julio II decoró las Estancias Vaticanas y murió a los 37 años, legando una vasta obra que influenció el arte occidental. Sus madonnas, retratos y frescos ejemplifican una perfección clásica, combinando gracia natural y profundidad emocional. Entre sus obras más conocidas figuran: La escuela de Atenas (1509-1511), fresco vaticano que reúne a filósofos griegos; La Madonna Sixtina (1512), que presenta a la Virgen con el Niño Jesús y ángeles; La transfiguración (1520), su última obra, que armoniza lo divino y lo humano, y La Fornarina (1518-1519), que plasma a su amante Margherita Luti con íntima sensualidad. Sus diseños para San Pedro y villas romanas marcaron la arquitectura renacentista: "Sin duda, Rafael sintetizó belleza, proporción y emoción, siendo reconocido por generaciones", concluyó.

Para finalizar, el maestro García y Colomé manifestó: "Leonardo, Botticelli, Miguel Ángel y Rafael nos enseñaron que el arte trasciende el tiempo cuando proviene de la unión entre genio, técnica y pasión. Su legado nos motiva a seguir buscando la belleza en la verdad y la verdad en la belleza. Por ello, los exhorto a que algún día viajen a Italia, recorran Florencia y Roma y admiren estas obras en vivo, porque solo frente a ellas podrán experimentar en el alma la grandeza de un Renacimiento que permanece vigente en cada pincelada y en cada forma esculpida".