Primero fue la palabra, o como se expresa en las religiones judeo cristianas "primero fue el verbo...": respirar un ambiente alrededor del fuego para oír las narraciones de la caza, del tomar agua del río cercano, de la bondad o el enojo de los dioses, de la vida diaria. Después vendría la palabra plasmada, la memoria, su paso de la oralidad al libro, a la hoja impresa.

Una noche lluviosa, tres actores, una luz cenital, una mesa con micrófonos, la palabra vuelve a revolotear sobre nosotros para llevarnos a las cotidianidades de otros lugares y tiempos.

Una solterona que se compromete en un programa de radio al aire; un cuervo que repite constantemente a su interlocutor "¡jamás!", que significa la muerte próxima del que lo escucha; dibujar bichos en las manos de los niños para soñar.

La guerra como parte del fin de una generación, de que el mundo está pudriéndose irremediablemente; un niño llamado Fonchito que por amor le baja a Nereida, la niña de sus sueños, la mismísima luna; una ex bailarina de cabaret caída en desgracia y su marido que usan el aplauso del público como afrodisiaco; un hincha narra en forma casi amorosa su pasión por el futbol.

Todo ello concebido por las plumas de Rubén Darío, Edgar Allan Poe, Arthur Rimbaud, Felipe Garrido, Mario Vargas Llosa, Enrique Serna y Eduardo Galeano, entre otros.

Recuento: 15 autores y un viaje a mundos diversos de la mano del grupo de Teatro de la Facultad de Ingeniería integrado por los actores Zyanya Ramírez, David Chávez y Daniel Gutiérrez, dirigidos por el maestro Enrique Riodgoll.