Por Omar Escamilla y Héctor Pineda

Hoy en día las mujeres representan el 17 por ciento de la matrícula académica en ingeniería en el país con un crecimiento sostenido en los últimos 25 años, según datos de la Academia de Ingeniería contenidos en el estudio Estado del Arte y Prospectiva de la ingeniería en México y el mundo. (1)

Sin embargo, el camino de las mujeres en la ingeniería no ha sido fácil, desde que se fundó el Colegio de Minería en 1792 hasta 1909 ya como Escuela Nacional de Ingeniería no existen registros de ninguna mujer que haya cursado estudios en dichas instituciones.

Las mujeres mexicanas en la ciencia

En México la mujer al igual que en otras partes del mundo había hecho sus aportaciones fuera de las grandes ciudades realizando tareas como agricultora, recolectora, comerciante, partera, yerbera y enfermera, todo de forma empírica y trasmitiendo el conocimiento de madre a hija.

En las grandes ciudades el papel de la mujer estaba limitado a las funciones del hogar y a la crianza de los hijos, no sólo por la falta de oportunidades en el estudio, sino también por una convicción social, pues era lo moralmente aceptado.

Es hasta que al termino de la Guerra de Independencia, por influencia de la filosofía liberal y del modelo positivista que se implementa en el país, que las mujeres de las grandes ciudades empiezan a tener acceso a mayores oportunidades.

Las leyes de Instrucción Pública de 1867 y 1869, no mostraban ningún impedimento formal que prohibiera a las mexicanas matricularse en la Escuela Nacional Preparatoria y, una vez acreditados dichos estudios, optar por alguna de las escuelas profesionales existentes. Aquel plantel nunca se definió como exclusivamente masculino y si en sus primeros años de vida funcionó como tal, fue debido a la presión social y al peso de la tradición.(A)

Las primeras oportunidades para las mujeres se dan al poder trabajar, además de empleadas domesticas, como obreras o costureras, (devengando un salario injustamente menor al de un hombre). Cabe mencionar que para acceder a estos empleos no era necesaria ninguna preparación, sólo un pequeño entrenamiento. (B)

Fue hasta finales del Siglo XIX cuando se abren oportunidades a la mujer para prepararse académicamente cuando se abren en la Escuela de Medicina de Santo Domingo las carreras de Farmacia, Obstreticia y Enfermeria que hasta ese momento eran empíricas y en las que se podían inscribir las mujeres. Sumado a ello, en 1878, se reforma el Plan de Estudios de la Escuela Nacional Secundaria para Niñas, al que se le incorporan materias tales como: ciencias físicas y naturales, higiene, medicina, economía domestica, repostería y pedagogía. (c)

El aprendizaje de estas asignaturas capacitaba a las mujeres para la docencia, por lo que años después la Escuela Secundaria se convierte en la Escuela Normal para Profesoras (1888).

En 1871 se abre la primera Escuela de Artes y Oficios para Mujeres, lo que les otorgaba un espacio para entrenarse en telegrafía, dibujo, pintura, modas, bordados, flores artificiales, doraduría, imprenta, encuadernación, y tapicería pasamanería, entre otras actividades. Durante los siguientes años dichas escuelas se replican en varios estados del país, lo que provocó el rechazo del sector más conservador de la sociedad mexicana que veían en ello la futura destrucción del hogar, cimiente de la sociedad.(D)

Sin embargo, es importante señalar dos cosas del ingreso de la mujer a la universidad; primero, su inserción se remonta al Porfiriato, y segundo, su entrada a la profesional se ha acompañado de una u otra forma a su ingreso al mercado laboral. (E)

La postura ideológica en tiempos del Porfiriato de que la mujer sólo era capaz de realizar papeles afines a los que realizaba en el hogar se veía claramente reflejado en el marco educativo, existían instituciones de educación para niñas exclusivamente y para niños teniendo planes de estudio diferentes.

Por ejemplo, había en el mismo nivel La Escuela Nacional Preparatoria (en donde asistían los varones, no es sino hasta 1907 que se registra el caso de una mujer en estas escuelas) y la Escuela de Instrucción Secundaria para personas del sexo Femenino. Los contenidos de los planes de estudio eran muy diferentes para ambas escuelas.

En el caso de la Escuela Nacional Preparatoria pretendía una formación científica a la manera del positivismo, su lógica era ir de lo más abstracto a lo más concreto: se iniciaba con matemáticas (aritmética, geometría, trigonometría, y nociones de cálculo infinitesimal), se continuaba con ciencias naturales (cosmografía, física, geografía, química, botánica y zoología) como parte última se incluían materias como lógica, ideología, moral, español. Los idiomas estaban intercalados durante el plan de estudios.

En la Escuela de Instrucción Secundaria para personas del sexo femenino tenían las siguientes asignaturas: Ejercicios de lecturas de modelos escogidos escritos en español; Ejercicios de escritura y correspondencia epistolar; Gramática castellana; Rudimentos de álgebra y geometría; cosmografía y geografía física y política: especialmente la de México; Elementos de cronología e historia general; Historia de México; Teneduría de libros; Medicina (primeros auxilios); Higiene y economía doméstica; Deberes de las mujeres en la sociedad; Deberes de la madre con relación a la familia y al estado; Dibujo: lineal, de figura y ornato; Idiomas (Francés, Inglés, Italiano); música; Labores manuales; Artes y oficios que se pueden ejercer por mujeres; Nociones de horticultura y jardinería; Métodos de enseñanza comparados.

Al terminar estos estudios las señoritas podían optar por el título de profesoras de primera clase, una vez examinadas y aprobadas o por otra parte ser unas buenas mujeres de hogar. Es obvio percibir que los planes de estudio estaban dirigidos al papel que uno y otro sexo desempeñaban en la sociedad: si la mujer se preparaba era para hacer un mejor papel dentro del hogar.(F)

En 1910 se inaugura la Universidad Nacional de México, y a pesar de que de manera expresa se faculta a las mujeres para ingresar a las escuelas profesionales, pocas son las mujeres que se atrevieron a realizar estudios superiores, ya que irían en contra de la convicción social establecida.

Es necesario señalar que debido al proceso histórico que la mujer ha vivido, la elección que ha hecho de las profesiones responde al papel tradicional de la mujer que se sintetiza en los estereotipos sexuales de aceptación generalizada, afortunadamente algunas se apartaron del modelo femenino aceptado, ya que la escuela permitió que un buen número de mujeres pudiera prepararse para el trabajo. Así fue que en esa época aumentó el número de maestras y se graduaron algunas abogadas, médicas y dentistas.(G)

El 20 de enero de 1886 se realizó el Examen Profesional de Margarita Chorné y Salazar (cirujano dentista), la primera mujer que se recibió en una profesión en toda Latinoamérica. (H) Un año después el 24 de agosto 1887 Matilde Montoya obtiene el título de doctor en medicina. “La señorita Montoya es la primera damita mexicana que ha concluido una carrera científica”, escribió un cronista de la época, citado por Susana Hernández Espíndola.(I)

Y la investigadora agrega: “la integración de las mujeres al estudio y ejercicio de las carreras liberales en México no fue tarea fácil. Como en otras partes del mundo, este proceso implicó largo tiempo y, sobre todo, el pujante esfuerzo de una minoría para enfrentar la serie de prejuicios que durante siglos impidieron el avance intelectual y profesional de este sexo. En nuestro país fue hasta bien avanzado este siglo cuando las mexicanas irrumpieron de manera significativa en las aulas universitarias. Sin embargo, los antecedentes de esta especie de conquista de las profesiones "masculinas" se remontan a las postrimerías del XIX, cuando un reducido grupo de mujeres, "contra viento y marea" logró abrirse paso en las escuelas superiores de aquella época. Con ello, no sólo dieron la primera batalla contra quienes temían que su entrada al mundo cultural y laboral masculino rompiera el "equilibrio" existente, sino que su ejemplo contribuyó a abrir la brecha por la que habrían de transitar las nuevas generaciones”. Además de Chorné y Montoya estuvieron los casos de Columba Rivera, Guadalupe Sánchez, Soledad Régules, Ma. Asunción Sandoval de Zarco y Dolores Rubio Ávila, la primera mujer en inscribirse a una carrera en ingeniería.
Las primeras estudiantes de ingeniería

Dolores Rubio Ávila era originaria de Chihuahua y se cree que era una estudiante de escasos recursos económicos que constantemente solicitaba ayuda a distintas autoridades. En 1907 para poder continuar su formación preparatoria solicita al Ministro de Justicia e Instrucción Pública el otorgamiento de una pensión que le evitará penurias económicas y en caso de no poder otorgársela solicitaba se le nombrara profesora de alguna escuela primaria nocturna. (J)

La investigadora María de Lourdes Alvarado del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), señaló que Dolores Rubio sustentaba sus peticiones “con unas calificaciones y conducta irreprochables, además de amplios conocimientos sobre métodos pedagógicos certificados por varios profesores”. (K)

Concluye sus estudios preparatorios en 1909 y se inscribe a la carrera ensayador metalurgista, Alvarado señala que “optó por la carrera de metalurgista para lo cual, por encontrarse muy escasa de recursos, pidió una de las cuatro becas destinadas a los estudiantes de ingenierías de minas, pese a que aceptaba que ésta no era sus especialidad”.

Alvarado afirma que Dolores Rubio cubrió los estudios teóricos exigidos en el plan de estudios de la carrera de ensayador y que sólo le faltaba la parte práctica, “misma que al parecer cubrió en la Casa de Moneda”. Pese a ello, en el Acervo Histórico del Palacio de Minería no se cuenta con un registro de su  titulación, sólo con el dato de que el 26 de junio de 1912, se le asignó el cargo de preparadora del Gabinete de Mineralogía, Geología y Paleontología convirtiéndose en la primera mujer que ocupó un cargo académico en la Escuela Nacional de Ingeniería (ENI), hace cien años.

La primera mujer de quien se tienen datos de haberse titulado como ingeniera lo hace el 11 de febrero de 1930, hace 83 años, su nombre Concepción Mendizábal, quien obtuvo el título de ingeniera civil, al sustentar el examen profesional con la tesis: Proyecto de una torre elevada de concreto armado para 300 m3 de agua, de 20 metros de alto con un mirador en la parte superior; desarrollando los principales detalles de la construcción.(2)

Fue hija de Joaquín Mendizábal y Tamborrel (1852-1926), egresado también de la Escuela Nacional de Ingeniería quien obtuvo primero el título de ingeniero topógrafo e hidromensor el 24 de septiembre de 1874 y el de ingeniero geógrafo en 1883; su destacada labor lo llevó a ocupar entre otros cargos el de segundo astrónomo en el Observatorio Nacional de Tacubaya y en 1891 segundo ingeniero en jefe de la Comisión de Límites con Guatemala.

Como era tradición en los primeros años del siglo XX se acostumbraba que los hijos siguieran los pasos del progenitor estudiando la misma profesión. Normalmente eran los hijos varones los que emulaban los pasos del padre; sin embargo, cuando las mujeres comenzaron a prepararse y estudiar también imitaron a sus progenitores, tal es el caso de la familia Mendizábal, y Concepción se hizo ingeniera. Años después, en 1943, Ángela Alessio Robles seguiría los pasos de su padre el Ingeniero Vitto Alessio Robles.

Concepción Mendizábal fue una brillante alumna, "su capacidad e inteligencia para abordar los difíciles cursos de Ingeniería Civil, queda demostrada por el hecho de haberlo concluido sin fracaso alguno. Primeramente se inició en la carrera Ingeniero Topógrafo la cual terminó sin dificultad, mas antes de preparar el examen profesional se inscribió en los cursos de Ingeniería Civil para obtener el título respectivo, que como es bien sabido es uno de los más ambicionados en nuestra Facultad."(3)

Su paso por la ENI no fue fácil a tal grado que al cursar el tercer año tuvo que lidiar primero con la penosa y larga enfermedad de su padre y luego con su muerte. La Revista Ingeniería consignó este hecho: "La muerte del señor Mendizábal y Tamborrel ocurrió casi a fines del año escolar, y no obstante la rudeza de un golpe de esta magnitud, sobre todo para la constitución delicada de una mujer, después de la dolorosa ausencia de unos cuantos días de duelo, volvió la señorita Mendizábal a reanudar sus labores. Y ni el año ya tan avanzado, ni su pena tan intensa, ni las muchas dificultades que tenía que vencer para salir avante la hicieron flaquear lo más mínimo. Dicen que el dolor es un acicate que nos impele al triunfo y así debió ser para la señorita Mendizábal, pues ese año no sólo completó su curso regular de tercer año, sino que se examinó en varias materias del cuarto año habiendo pasado en total 10 asignaturas, algunas de ellas bastante pesadas."

El 11 de febrero de 1930 fue examinada por un jurado compuesto por brillantes profesores e ingenieros: Claudio Castro (presidente), Alberto Barocio (secretario) y Salvador Medina, Ángel Peimbert y Eugenio Kleimberg.

La Revista de Ingeniería publicó sobre este examen lo siguiente: "Bien sabido es que en nuestro medio la intervención de la mujer en aquellos campos profesionales que parecen ser exclusivamente del dominio del hombre, es una labor ardua y desesperante para ella; sin embargo en nuestras facultades se han graduado algunas mujeres y no es una novedad el saber que existen Doctores o Abogados mujeres. Más la carrera de Ingeniero había quedado fuera de las aspiraciones de los anhelos femeniles. Lo rígido de las materias que constituyen su enseñanza, lo inapropiado para la mujer de abordar muchos de los trabajos que constituyen la actividad del ingeniero, etcétera; sin duda que hacen en gran parte inaccesible para la mujer esta difícil y noble profesión; por esto resalta la actitud, constancia y decidida voluntad de la Srta. Mendizábal en iniciar, continuar y lograr con éxito su carrera".

Cabe mencionar que para poder titularse Concepción de Mendizábal además tuvo que entregar una Memoria de las Prácticas que realizó como estudiante de la Escuela Nacional de Ingeniería (Facultad Nacional de Ingeniería). Antes de la reforma académica que se dio en la Universidad al conseguir su autonomía (1929), era requisito para la titulación entregar dichas memorias a la par del trabajo de tesis. En su caso particular hizo prácticas de materiales que realizó en el Laboratorio de Ensayes de Materiales de la Escuela y en el de la Comisión Nacional de Caminos. Estas Memorias se guardan en nuestro Acervo Histórico del Palacio de Minería. (4)

Joaquín de Mendizábal fue uno de los fundadores de la Sociedad Científica Antonio Alzate (5) la más importante de aquellos años y Concepción, al igual que su padre, tuvo una destacada labor como Protosecretaria; en 1934 fue coautora del índice general por autores y materias de los tomos 1 al 52 (1887-1931) de las Memorias y Revista de la Sociedad Científica Antonio Alzate junto con Rafael Aguilar y Santillán, socio fundador y secretario perpetuo de la sociedad.

Tendrían que pasar casi ocho años para que se recibiera otra mujer: Laura Cuevas Bulnes lo hace como ingeniera civil el 31 de enero de 1938 y un año después María del Carmen Grimaldo y Cantero en la misma carrera. De 1930 a 1954 se reciben doce mujeres y todas lo hacen como ingenieras civiles hasta que en 1956 Enriqueta García Amaro se titula como Ingeniera Topógrafa, pese a que era estudiante de la ENI desde 1948. Dos años más tarde, el 7 de octubre de 1950, se titula Josefa Cuevas de Sansores, la primera Ingeniera Geóloga.

Sobre ella, las investigadoras Ana María Sánchez y Julia Tagüeña escribieron: “Josefa Cuevas nació en la ciudad de Mérida el 24 de marzo de 1920. Fue la menor de cuatro hermanas. Su madre fue la profesora Andrea Aguilar Argüello (graduada en 1929 en la especialidad de Instrucción Primaria Inferior y Superior), que fue fundadora de varios jardines de niños en Yucatán, uno de los cuales lleva actualmente su nombre. En ese tiempo, la profesión del magisterio confería hasta bien entrado el siglo XX, un cierto prestigio, y en el caso de las mujeres que la ejercían se añadía al aura de intelectualidad y la percepción de una voluntad personal para formar ciudadanos valiosos”. (J)

Las investigadoras señalan que al convertirse dos de sus hermanas en maestras normalistas, seguramente el ambiente familiar inspiró a Josefa, la más inquieta, el gusto por el estudio.

“En su ciudad natal estudió primaria, secundaria y preparatoria. En esa época la preparatoria tenía un tercer año de especialidad y ella lo hizo en derecho. Sin embargo, decía doña Josefa, ...quiso la vida que me enamorara de un ingeniero y me casara con él, de modo que volví a la preparatoria e hice la Especial de Ingeniería. Este comentario revela su facilidad de cambiar diametralmente de campo de estudio, pero está dicho con una modestia conmovedora. Todos aquellos que odiaron matemáticas y física en la preparatoria coincidirán en que no son disciplinas cuyo estudio se facilite por un estado de enamoramiento, antes al contrario, y por más que la pareja sea un ingeniero, resulta notable el cambio de disciplina, del derecho a la ingeniería, como si fuera lo más sencillo del mundo. Evidentemente ella tenía todas las posibilidades intelectuales para lograrlo”.

Cuando Josefa acabó la preparatoria el joven matrimonio decidió trasladarse a la ciudad de México para estudiar geología en la Escuela Nacional de Ingeniería. Enrique Sansores Manzanilla era ingeniero civil, por lo que pudo revalidar algunas materias; en cambio Josefa empezó desde cero.

Sánchez y Tagüeña comentan: “En 1944 muy pocas mujeres estudiaban carreras universitarias y las que lo hacían se inclinaban por Filosofía y Letras, Derecho, y Medicina, por lo que era verdaderamente excepcional el ingreso de una mujer a Ingeniería, uno de los ambientes más masculinos”. Pese a ello, Josefa ingresó junto a otras tres jovencitas, pero solo ella logró terminar.

Josefa Cuevas fue una excelente estudiante. Obtuvo la primera Medalla al Mérito Universitario, por Distinción Escolar, Primer Premio (1947). Por sus méritos académicos uno de sus profesores, el ingeniero Teodoro Flores, la recomendó para obtener una plaza de Laboratorista en Mineralogía y Petrografía para las clases de geología y en este cargo se desempeño ayudando en el cuidado y arreglo de las colecciones de rocas y minerales que entonces tenía la Escuela Nacional de Ingeniería.

El 7 de octubre de 1950, realizó su Examen Profesional el cual aprobó con mención honorífica. Sus sinodales fueron los ingenieros Eduardo Guzmán y Federico Mina, ambos jefes de la Gerencia de Exploración de Pemex, los conocidos maestros Hermión Larios, Manuel Álvarez y Ramiro Robles Ramos, y como Presidente el Ing. Teodoro Flores. Su título tiene fecha del 9 de enero de 1951 y con él Josefa Cuevas se volvió la primera geóloga mexicana.
Primeras ingenieras graduadas en la Escuela Nacional de Ingeniería (1930-1969)

Fecha de su Examen Profesional:
1.- Concepción Mendizábal (Ingeniería Civil, 11 de febrero de 1930)
2.- Laura Cuevas Bulnes (Ingeniería Civil, 31 de enero de 1938)
3.- María del Carmen Grimaldo y Cantero (Ingeniería Civil, 1 de julio de 1939)
4.- Ángela Alessio Robles (Ingeniería Civil, 7 de diciembre de 1943)
5.- Elia Mendieta Márquez (Ingeniería Civil, 1944)
6.- Angelina Pérez López de Hinojosa Franco (Ingeniería Civil, 1944)
7.- Ana María Cavero del Valle (Ingeniería Civil, 1946)
8.- Amalia Cavero Villanueva (Ingeniería Civil, 1946)
9.- María Elena Barraza Gutiérrez (Ingeniería Civil, 1947)
10.- Graciela López Nuñez de Castellano (Ingeniería Civil, 1947)
11.- Josefa Cuevas de Sansores (Ingeniería Geológica, 7 de octubre de 1950)
12.- Leda Speziale San Vicente (Ingeniería Civil, 1954)
13.- California Odha Zertuche Díaz (Ingeniería Civil, 1954)
14.- Enriqueta García Amaro (Ingeniería Topográfica, 1956; era estudiante de la ENI en 1948)
15.- María Luisa Silva Puga (Ingeniería Civil, 1969; era estudiante de la ENI en 1948)

 

Notas al Pie:

A. Alvarado Ma. de Lourdes (CESU-UNAM) con la colaboración de Elizabeth Becerril Guzmán en Mujeres y Educación Superior en el México del Siglo XIX (Artículo) http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_10.htm
B. Díaz de Kuri, Martha, Margarita Chorné y Salazar, la primera mujer titulada en América Latina, p.17.
C.Idem, p.19.
D. Idem, p. 19 y 20.
E. Córdova, Osnaya, Martha, La Mujer Mexicana como Estudiante de Educación Superior, (Articulo)
F. Idem
G. Idem
H. Díaz de Kuri, Martha, Margarita Chorné y Salazar… p.11.
I. Hernández Espíndola, Susana, Hace 125 años se graduó la primera doctora en México, (Artículo) Revista Siempre, presencia de México, 24 de agosto de 1912.

J. Sánchez, Ana María y Tagüeña, Julia, La Primera Geóloga Mexicana, (Artículo), Revista Digital Universitaria, 1 de octubre 2011 • Volumen 12 Número 10 • ISSN: 1067-6079

(1) : www.cnnexpansion.com/manufactura/2010/09/14/la-ingenieria-en-mexico
(2) Es posible consultar este trabajo en la Biblioteca Central de nuestra Universidad con la siguiente ficha: Mendizabal, Concepción de; 1928; 001-01121-M1-1928-05; colecciones de la UNAM.
(3) Ingeniería. Órgano de la Facultad Nacional de Ingenieros, mensual, México, marzo de 1930, vol. IV, no. 3, p. 106
(4) Mendizábal, Concepción de, Memorias de práctica hechas en los Laboratorios de Ensayes de Materiales de la Escuela y en el de la Comisión Nacional de Caminos por acuerdo del señor Director de la Facultad. México D. F. 1928-1929, Universidad Nacional de México, Facultad Nacional de Ingeniería, Memorias.
(5) La Sociedad Científica Antonio Alzate fue fundada en 1884, su prestigio, rigor científico e influencia fue tal que en 1930 (algunos sostienen que fue 1935), es elevada al rango de Academia Nacional de Ciencias por el Gobierno Federal.

Comentarios y sugerencias omareg@unam.mx y hectoraps7@gmail.com

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